(Opinión)
1 febrero 2016
El Congreso de la Patria convocado por el presidente Nicolás Maduro es la oportunidad de reavivar el debate, que ha sido tan fructífero en otros momentos del proceso revolucionario, sobre el papel de la comunicación popular en nuestra Venezuela Bolivariana.
¿Qué clase de comunicación necesitamos para el fortalecimiento endógeno del modelo comunal en construcción? Una respuesta posible es romper con el paradigma denominado “Comunicación para el desarrollo”, impuesto por el capital a partir de los años 60 del siglo pasado a través de la ONU, con base en el fortalecimiento de los medios (privados) en países no desarrollados, cuya solución de continuidad aparece hoy bajo la ideología globalizante como “neo-modernización y especialización periodística”, con funciones de recolonización.
En esa lógica “desarrollo” significa la adecuación de los países periféricos a las necesidades de Europa y Estados Unidos, que traducido como “modernización” no es más que copia de modelos eurocéntricos para el consumo desaforado de bienes y saqueo de recursos.
Dicho de otro modo: colonización a través de los medios. De tal manera que la llamada comunicación para el desarrollo no ha sido otra cosa que comunicación para la colonización, enfrentada, no obstante, desde las resistencias latinoamericanas.
En este contexto venimos planteando la necesidad de impulsar con las organizaciones sociales un modelo comunicacional cuyas bases epistemológicas se hayan en la dilatada trayectoria de una praxis latinoamericana de comunicación popular y pensamiento decolonial. De esa fuente alimentada durante siglos por Simón Rodríguez, José Martí, Paulo Freire, Carlos W. Porto-Gonçalves, Boaventura de Sousa, entre otros, se nutre ahora “la comunicología latinoamericana-caribeña para el Vivir Bien/Buen Vivir”, como lo define el sociólogo boliviano Adalid Contreras.
En esta perspectiva liberadora venimos indagando sobre la noción de la “Comunicación comunal: territorialización y autogobierno de la palabra”, puesta en marcha en forma de boletines comunales orgánicamente enraizados en la dinámica de Consejos Comunales, Comunas y otras organizaciones sociales a lo largo del país.
Tal es el caso del periódico escolar-comunitario El Saber, de Guarenas; La Guacharaca Clandestina, del Movimiento Ecologista Montaña y Revolución, en las caraqueñas estribaciones del Waraira Repano; Voz y Letra Comuna Editorial, en altos mirandinos; el periódico-escuela Piedemonte, coordinado por José Roberto Duque en Barinas, entre otras iniciativas que van germinando.
Es un ejercicio comunicacional, cultural y político en la lucha por los significados que logra cosas tan pertinentes como lo que ha hecho el boletín Piedemonte: visibilizar el uso y protección popular de una variedad de tapiramas, una semilla rebelde que no se deja burocratizar ni privatizar, que crece y se reproduce al amparo del pueblo, del mismo modo que se fortalece nuestro histórico compromiso de construcción comunal.
Rúkleman Soto
Publicado 01/02/2016 en Correo del Orinoco
Publicado 01/02/2016 en Correo del Orinoco
http://www.correodelorinoco.gob.ve/nacionales/tapiramas-y-comunicacion-comunal-opinion/
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